Acerca de Harvard y La Matanza: Una breve explicación del sistema universitario argentino y cómo compararlo con Harvard
Datos de acceso público con algo de contexto y traducción para tener una imagen completa (aunque borrosa) de qué es una carrera universitaria en Argentina.
“Chicos, estamos en Harvard, no en La Matanza” dijo Cristina Fernández de Kirchner en 2012 ante una pregunta de un estudiante argentino de la casa de estudios más famosa de Estados Unidos. Más allá de que la frase quedó, ¿qué significa? No sé qué quiso decir CFK, pero de una u otra manera quienes estamos en redes y en universidades argentinas vemos pasar constantemente comparaciones entre nuestro sistema universitario y los sistemas del primer mundo. Casi siempre esas comparaciones salen mal porque quienes participan de esas discusiones no tienen una idea muy clara de cómo funciona cada sistema.
Lo que me propongo hacer es intentar explicar un poco en qué se parece, en qué se diferencia y cómo comparar la formación universitaria argentina con la del resto del mundo. En el camino voy a emitir opiniones personales a modo de interpretación. No soy experto en educación, solamente soy docente universitario. Mucho de esto seguramente puede ser explicado (o ya fue explicado y no lo sé) con más detalle. Pero creo que es difícil encontrar una narración unificada y sencilla de lo que se suele discutir. Sólo pretendo ofrecer un boceto quizás impreciso, pero representativo, del panorama general.
La motivación: “si la universidad argentina es tan buena, ¿por qué al país le va tan mal?”
Cada quince días, aproximadamente, en twitter alguien sostiene que la educación universitaria en Argentina no es tan buena como la de afuera, o compara un título de grado en el exterior con uno de acá. Para bien o para mal, eso es una mala idea. El problema es que es muy difícil de explicar rápido. Por varias razones:
Estamos completamente dominados culturalmente por Estados Unidos y Europa, no lo critico: lo aclaro. Es decir, es más fácil que una persona tenga una idea de lo que es la vida universitaria por una serie de Netflix que por una serie de Suar. De la misma manera que mucha gente tiene más cerca la imagen de George Clooney en E.R. o Grey’s Anatomy y Dr. House como ejemplos de lo que pasa en un hospital, clínica o guardia hospitalarias.
Es un corolario de lo anterior, pero además el argentino siente una profunda ambivalencia ante los países desarrollados. Por un lado tenemos un sistema educativo impresionante (pero lejos de perfecto) y nos sentimos orgullosos de él, por el otro: somos pobres (o más pobres de lo que quisiéramos). Entonces, ¿si somos tan inteligentes, por qué nos va tan mal? Esto lleva a que cualquier comparación que deje en ventaja a Argentina frente a países comparables (y no comparables) sea desestimada como errónea por el mero hecho de que “no se ve”.
Nuestro sistema educativo es muy diferente al europeo y al estadounidense. Esto es por tradición histórica (tenemos el viejo sistema europeo más o menos católico [simplificando]) y que nos quedamos casi solos en esta opción. El resto del mundo tiene una estructura de titulación más parecida a la anglosajona (no estamos tan colonizados como España, parece). Europa terminó de homogeneizar su sistema educativo en 1999 con la Declaración de Bologna.
¿Qué es lo que cuesta comparar, entonces?
Salís de la secundaria, querés estudiar algo, vas a la universidad, estudiás, te recibís. ¿De qué te recibís y cuánto tiempo pasás ahí? En Europa y Estados Unidos vas a estar 3 o 4 años, aproximadamente; vas a haber pasado en un aula alrededor de 1500-1800 horas reloj. Tu primera carrera va a ser un título de bachiller en X, depende el sistema: con un enfoque (major) determinado. En Italia le dicen Laurea Triennale (Honor de tres años o “corona de laureles” según su etimología). Son títulos de grado.

En Argentina hasta hace poco lo normal era estar, mínimo, 5 años (pensá más bien en 6 o 7, luego volvemos con esto). Tu título estándar es como el de Abogado, o Médico—de nuestros títulos de grado. Vas a haber estado 2500-2700 horas frente al aula. Sin contar (tanto para nosotros como para ellos) todo lo que tengas que estudiar por tu cuenta.

¿Por qué en Argentina estudiamos entre 900 y 1200 horas más para recibirnos? Fácil, no nos recibimos de lo mismo. Esto no es meramente golpearnos el pecho en orgullo diciendo que estudiamos más que ellos. No es así, ellos en su primera carrera no se reciben de nada en particular. No son profesionales por tener un título de grado.
Lo que pasa, simplemente, es que acá elegimos carrera profesional a los 18 años, y ellos la van eligiendo a lo largo de su carrera de grado—y muchas veces no eligen ninguna porque no siguen estudiando. Si quieren ser abogados, pueden seguir estudiando y postularse para un Law Degree (USA) en una Law School de alguna universidad, o buscar un Medicine Degree en una School of Medicine. Son títulos de posgrado.
Para un abogado, o un médico, la forma más sencilla de comparar una carrera argentina con una estadounidense es decir que acá el título de grado y el título de especialización/maestría están juntos en una sola carrera indisoluble.
Todos los títulos de grado son iguales, pero algunos son más iguales que otros
Un título de grado es básicamente un título universitario (o post-secundario) que es un requisito para perseguir títulos de posgrado. No es más que eso. Es el título que la mayoría de la gente que dice que fue a una universidad tiene. A nuestros jóvenes les decimos que ir a la universidad es bueno, te mejora la vida, vas a ser más rico y vas a vivir más años (en promedio, todo esto fue, es y seguirá siendo cierto). Lo que les decimos, entonces, es que un título de grado hace eso. Eso es verdadero en todo el mundo, lo que no es verdadero es lo siguiente:
”Con mi título de grado puedo ejercer la profesión de abogado”
“Con mi título de grado puedo ejercer la profesión de ingeniero electromecánico”
“Con mi título de grado puedo ejercer la medicina”
Esas tres oraciones sólo son verdaderas en Argentina (y seguramente en algún otro país). Eso significa que un título de grado en Argentina te hace ganar más plata (relativo a tus pares), vivir más años, y te mejora más la vida que un título de grado en el resto del mundo. El tema es que es bastante más difícil de conseguir. En Argentina, se nos dice, “solamente” el 20% de los argentinos tiene un título universitario de grado:

Comparemos esto con Estados Unidos:
En el gran país del norte un 35% tienen un título de grado. Maravilloso, ¿no es cierto? más de un tercio de los estadounidenses tienen títulos de grado mientras que solo un 20% de los argentinos lo tienen. Bueno, momento, porque la nota de La Nación que dice “solamente” comete exactamente el error que tenemos que aclarar. Nuestros títulos de grado son equivalentes a títulos de posgrado estadounidenses (porque son habilitantes), por lo que Estados Unidos tiene solamente un 16,51% (maestría + título profesional) usando la medición que usa La Nación. No parecen muy preocupados. Es más, si 20% fuera poco, hay que decírselo a la OCDE ya que el promedio de personas con títulos de grado (bachilleratos) para países de la organización es de 19%.
¿Y qué quiere decir La Nación con que un 14% tiene estudios terciarios? Bueno, acá viene otra dificultad al comparar. ¿A qué equivale un título terciario, como un profesorado, en el mundo? Eso es más difícil, pero la Ley de Educación Superior dice acerca de la formación docente (que voy a tomar de paradigma para los títulos terciarios):
ARTICULO 75. — La formación docente se estructura en DOS (2) ciclos:
a) Una formación básica común, centrada en los fundamentos de la profesión docente y el conocimiento y reflexión de la realidad educativa y,
b) Una formación especializada, para la enseñanza de los contenidos curriculares de cada nivel y modalidad.
La formación docente para el Nivel Inicial y Primario tendrá CUATRO (4) años de duración y se introducirán formas de residencia, según las definiciones establecidas por cada jurisdicción y de acuerdo con la reglamentación de la presente ley. Asimismo, el desarrollo de prácticas docentes de estudios a distancia deberá realizarse de manera presencial.
Es decir, parecen títulos de grado. Es más, veamos cuántas horas tienen los profesorados docentes de la Ciudad de Buenos Aires en Lengua y Literatura:
3000-3200 horas. Más que el título de Abogado de la Universidad de Buenos Aires1 (y 1700 horas más que un título de grado estándar en el Reino Unido)2.
Resumamos, si según la ley vigente un título terciario docente requiere mínimo cuatro años, es equivalente a, como mínimo, un título de grado estadounidense o del sistema de Bologna. Es decir, un 34% de los argentinos tienen un título equivalente a un título de grado internacional. Esto sería una comparación más cercana a la realidad (es “con título de maestría o profesional”, salió con un error):

Aunque el anterior gráfico compara un poquito peras con manzanas—porque tenemos un sistema raro, no por mala fe, esto no es nada de extrañarse: en Argentina los profesorados y títulos terciarios son vistos como algo completamente diferente a los títulos universitarios, pero eso es debido a que somos unos idiotas para sistematizar estas cosas, nada más (abajo voy a emitir opinión en serio sobre esto). Según cancillería, así se ve la educación superior argentina:

Si tu título te permite cursar una especialización, es de grado. Ergo, los títulos terciarios son (equivalentes a) títulos de grado. Ahora, ¿esto quiere decir que simplemente estamos frente a una nueva coronación de gloria? No, no tenemos meramente un sistema universitario robusto con un porcentaje de graduados de los más altos del mundo—cosa de la que hay que estar muy orgullosos. Veamos algunas ventajas evidentes y luego problemas no resueltos debido a nuestra forma de encarar la educación superior.
Las ventajas de estudiar una carrera universitaria en Argentina
Resumiendo, nuestros títulos de grado son títulos profesionales. Tienen como paradigma ser un profesional independiente. Las otras carreras que no tienen matrícula profesional son carreras que se cursan en el molde de las que sí (Medicina, Abogacía, Ingeniería, carreras que pueden matar a alguien). Si vas a ser un Licenciado, básicamente sos un profesional en una carrera académica (como Letras, Matemática, Física o Filosofía) o que, adicionalmente, cuentan con un foco en consultoría (como Economía o Sociología)3
Eso no es así en el resto del mundo. Para desempeñarte profesionalmente en cualquiera de esas profesiones, necesitás un título de posgrado por lo que necesitás hacer una carrera de, al menos, 5 años en total (modelo 3+2), aunque suelen ser más largas. Medicina y abogacía no suelen llamarse “maestrías”, pero en la práctica son del mismo tipo de carreras.
Una prueba adicional de que las carreras de grado en Argentina equivalen a grado + maestría en Europa y Estados Unidos es que un Licenciado puede anotarse directamente en un programa de doctorado local (y cuando uno lo explica, también en cualquier lugar del mundo)4. En otros países esto no es posible salvo que exista un programa de Bachelor with honors (que equivale a un título de grado académico argentino porque requiere más horas y requisitos).5
Otra ventaja es que no existen carreras en el mundo como las argentinas donde un estudiante tiene 5 o 6 años de formación exclusiva en su disciplina. No hay carreras de filosofía con 5 o 6 años de formación puramente filosófica, no existen. Eso hace que nuestras carreras sean muy densas, pero nuestra formación muy amplia. Nos quedamos un poco atrás en posgrado, eso sí.
Una vez que logramos ver cómo comparar un título de grado de Harvard con uno de La Matanza, y ver las ventajas que sólo nosotros tenemos por ser raros (si te recibís de una carrera de grado acá sos un profesional en algo, a diferencia del resto del mundo), quedan ver las desventajas que sólo nosotros tenemos por tener este sistema.
Los gloriosos parches que supimos conseguir
Ahora voy a hablar más que nada de lo que conozco mejor: la Universidad de Buenos Aires. En muchas cosas es ejemplo de lo mejor que tiene Argentina, en otras está lejos de eso. Pero sirve para charlar. Como decía antes, sólo pretendo dar un panorama general. Seguramente hay especialistas que puedan llenar todos los huecos y corregir todas las imprecisiones. Básicamente voy a marcar problemas que veo yo, y cosas que yo (que no soy nadie) haría distinto. Soy consciente de que son muy difíciles de solucionar y de que son sólo mi opinión.
¿Cuáles son los defectos que yo veo de un sistema que forma más profesionales que el promedio de los países de la OCDE? A mi criterio son menores al lado de sus virtudes, pero quiero marcarlos para tener discusiones más interesantes que las que solemos tener.
1. Inflexibilidad
Le pedimos a nuestros jóvenes que elijan lo que van a ser el resto de sus vidas a los 18 años o que paguen las consecuencias. No tenemos un sistema que te deje cambiar de profesión a mitad de camino fácilmente. Un sistema de créditos (como el que no tenemos) formará profesionales en nada pero permite que complementen los créditos necesarios para un cambio de carrera antes de que sea demasiado tarde más veces. Es decir, una carrera de grado tipo Bologna es como un Ciclo Básico Común de cuatro años. Uno elige materias en función de cumplir los requisitos estipulados por cada posgrado en base a sus ambiciones. Por ejemplo, si uno quiere ser médico, tiene que tener algunas materias de biología, física, química y matemática, el resto pueden ser lo que uno tenga ganas. No hay una carrera de grado igual a otra, prácticamente. Pero si uno quería hacer medicina pero decide ser abogado a mitad de camino, simplemente tiene que asegurarse de cursar las materias que le faltan antes de terminar. Simplifico mucho, pero la gracia del sistema es esa.
En cambio, lo que hacemos nosotros redunda en una deserción gigante o un cómputo de deserción casi engañoso si lo queremos comparar con lo que pasa afuera. Si uno no termina los seis años de una carrera universitaria, se queda sin siquiera un papelito que diga que uno hizo algo en absoluto. Es a todo o nada. Y dados nuestros resultados, nos va mejor o parecido que al promedio de los países desarrollados. El tema es que se siente mal. Un egresado de un título de papel pintado del Norte tiene la foto con esas batas horribles, sus familiares lo felicitaron, aunque nunca llegue a ser profesional. Hay una certificación laboral que permite obtener algún trabajo no calificado un poco mejor. Quien deja la carrera con 80% hecho no se lleva nada para mostrar, aunque su vida se haya visto enriquecida. Si el objeto de un Bachelor’s degree es formación general, una carrera universitaria argentina inconclusa cumple, en la práctica, el mismo rol, simplemente se suele anotar en la columna de los fracasos de nuestro balance de vida.
Esto se está solucionando de a poco por medio de títulos intermedios. Quizás algún día podamos ser como todo el mundo, donde para ser abogado o sociólogo no sea condición necesaria haber querido serlo a los 18 años. No me gusta el sistema de Bologna, pero podemos hacer el nuestro más flexible. Simplemente hay que pensar cómo.
2. Piramidalidad ilusoria
Otro defecto: complica la inserción laboral en las carreras con una salida profesional principalmente académica. Si uno estudia Licenciatura en Matemática en Argentina, a uno le puede pasar lo siguiente: querer el trabajo de alguno de sus docentes. Con aproximadamente un docente cada 40 estudiantes anuales, la enorme mayoría no van a poder obtener jamás el trabajo de sus profesores. Hoy en día está lleno de licenciados de matemática aplicando sus conocimientos en otras áreas o empresas, pero esto es mucho más grave en carreras sin esta ventaja como Filosofía o Letras. Vistas así, parecen estafas piramidales. El tema es que no lo son, porque hay una tasa bajísima de desempleo en egresados de estas carreras—en parte por la alta deserción. ¿Qué pasa? Bueno, no existe carrera universitaria o terciaria que no tenga alguna materia de filosofía. Faltan docentes superiores, lo que nunca va a faltar son docentes universitarios de filosofía que sólo le den clases a alumnos universitarios de las carreras de filosofía.
Eso no pasa en Estados Unidos, un curso de Filosofía Política como el de Michael Sandel en Harvard es masivamente concurrido. Sin embargo, no creo que ni un alumno por año vaya a dedicarse a la filosofía política. Esto se da porque los cursos de grado son para cualquiera, sin importar la carrera que esté cursando. Todos pueden anotarse, cursarlo y obtener créditos camino a su grado—de ahí que cursen todos en un mismo campus. El 80% nunca van a seguir un curso de posgrado, mucho menos en filosofía. Es decir, no hay ninguna ilusión (o, percepción, mejor dicho) de estafa piramidal. Los números dan perfecto. ¿De qué vive, en general, un profesor universitario de filosofía en el mundo? De darle clases universitarias de filosofía a gente que no tiene intenciones de ser filósofa. Lo mismo que hace un profesor de matemática, o de economía, o de derecho. En Argentina pasa lo mismo, pero parece que si uno no le da clases a gente que es estudiante solamente de filosofía, uno falló. No, los números nunca podrían dar para vivir exclusivamente de eso.
La mayoría de quienes terminan un Bachelor’s degree con un major (especialización) en filosofía (Major in Philosophy) luego obtienen un título de posgrado en abogacía (Law Degree) o administración de empresas (MBA). No es poco común que un major en filosofía y matemática luego haga una maestría y doctorado en física, incluso ingeniería. Estudiar sociología en grado (es decir, más materias de sociología que de otras cosas) y hacer un MBA es muy común también.
3. Elitismo contraproducente
Argentina tiene un sistema de oficiales y sub-oficiales. Estoy exagerando, pero no tanto. Me refiero a la división entre las carreras universitarias y profesorados docentes. Los profesores no universitarios en CABA estudian más horas que una Licenciatura (esto se puede justificar por prácticas profesionales y materias específicas en pedagogía). El problema es que a un profesorado le suelen pedir una maestría para hacer un doctorado, mientras que a una licenciatura no.
¿Tiene una justificación? Por supuesto, y es una muy buena. El nivel universitario, en promedio, es superior en lo disciplinar, no hay dudas, en promedio. En general el nivel de los profesorados no nacionales es muy difícil de comparar con una carrera universitaria, sin contar que las licenciaturas tienen un énfasis en la investigación que los profesorados no. Muchos egresados de un profesorado simplemente no tienen la formación o el nivel para hacer un doctorado (tampoco la mayoría de los egresados de grado en el mundo, 35% vs. 2% en EEUU, recuerden). Punto6. El problema es que muchos egresados de un profesorado tienen tanta formación o nivel como egresados de licenciatura. Esta injusticia se debe a un sistema que en la práctica se fue unificando, pero en los papeles todavía no lo fue. Argentina se debe una unificación de los sistemas terciarios y universitarios. El problema es muy difícil de resolver debido al federalismo de la educación en Argentina. Me arriesgo a afirmar lo siguiente: si se unificaran los criterios de admisión a doctorado y se usara eso para establecer la línea de lo que debe contar como requisitos de grado para profesorados, muchísimos profesorados del país no alcanzarían ese nivel.7
Nuestro elitismo, que viene de hace más de cien años, redundó en un sistema que, a veces, atenta contra el nivel. Hace que la buena formación forme un sistema cerrado sobre sí mismo, y que el resto se arregle. Muchas personas se meten a profesorados porque piensan que “no les da” para una carrera universitaria o por deseos de perseguir una carrera enfocada en la tarea docente (y para eso están pensadas). En la práctica se ponen un techo que, de querer, les será muy dificultoso atravesar.
Para evitarme una carta documento, no voy a hablar demasiado del sistema de puntaje docente que le da de comer a muchísimos institutos de formación docente privados. En esta dinámica tan noventosa, los docentes se ven fuertemente estimulados a gastar mucho dinero de su magro sueldo en seguir “formándose” para obtener más trabajo. Los incentivos son, al menos, cuestionables. No existe paralelo en la educación universitaria (de la que salen muchos de quienes dictan estos cursos): curioso. Tampoco se me ocurre cómo tener decenas de cursos puede ayudar a los docentes a sobrellevar cursos de 35-45 estudiantes sin apoyo material, institucional ni familiar. Pero seguramente alguien sabe y me lo podrá explicar en los comentarios si es tan amable. Obviamente estoy meramente mencionando las peores partes de este sistema de puntaje, también tiene grandes casos de honestidad profesional y excelencia académica—lo digo sin ninguna ironía.
Hay rangos y muchas veces merecen ser respetados, como dirían fans de Taylor Swift. Hay élites meritorias—gente que se gana puestos y títulos muy buscados. Pero para ser meritorias tienen que eliminar sus arbitrariedades tanto como se pueda, así como los artefactos producto de la intersección de sistemas pensados independientemente que se cruzan y causan problemas.
4. No tenemos un perfil de estudiante
¿Para quién están destinadas las carreras universitarias en Argentina? ¿Se puede estudiar y trabajar? ¿están pensadas para que la dedicación sea exclusiva? Esto es independiente de la organización de las carreras, pero agrava todos los problemas. Quienes hicimos una carrera trabajando en la UBA notamos claramente que más allá de la buena voluntad de autoridades y docentes, el sistema no puede solucionarnos nuestros problemas. No está pensado para nosotros. Y estaría bien, si eso se aclarara, pero no se hace. Porque no hay perfil de estudiante. Una carrera universitaria en la UBA se presta perfectamente a que la haga alguien como la hacen en las películas estadounidenses: con el apoyo de la familia del estudiante, sin que se vea obligado a trabajar y viviendo a dos cuadras. Pero esto es cada vez menos común. No es responsabilidad de la universidad la situación económica de Argentina, ni la falta de esperanzas, ni la falta de apoyo cultural a chicos que sólo estudien. Pero quizás deberíamos charlar sobre lo que esperamos de nuestros estudiantes, porque esperamos muchas cosas. Simplemente es la universidad quien debería unificar estos requisitos, y hacerlos públicos.
No hay solución fácil a esto. Quienes quieren arancelar la universidad en parte lo solucionarían, al costo de que muchísimos estudiantes no puedan siquiera acercarse a la universidad. Y recordemos, no tenemos pocos egresados: tenemos alta deserción, no es lo mismo. Quienes no queremos esto tenemos que pensar otra solución.
Comentarios finales
Tenemos un sistema universitario increíble, variado y, también, innovador (la autonomía universitaria permite mucha experimentación); pero muy desigual, y, a veces, ineficiente. Logramos satisfacer la demanda de profesionales de forma increíblemente eficaz, pero en el camino dejamos tendales de carreras inconclusas e insatisfechas. Deberíamos hacer algo mejor. Ahora, quien cursa una carrera universitaria y no termina ¿no se lleva nada? No estoy de acuerdo. Tengan en cuenta lo siguiente: si adoptáramos el sistema de Bologna tendríamos la mitad de nuestros egresados que sólo tendrían una formación general, no habilitante. Es decir, el sistema estadounidense y de Bologna priorizan la Bildung, la formación por la formación misma, como formación de ciudadanía (o la aristocracia) si se quiere. No hay otro objeto para estudiar que la curiosidad8. Eso es un puntapié para luego saber si uno quiere ser un profesional, o para revisar sus deseos previos.
Nuestro sistema tiene algunas ventajas notorias (para la mentalidad mercantil que suele atacar a la universidad) porque fomenta la profesionalización. Al contrario de lo que se piensa, nuestra universidad está mucho más orientada a la práctica profesional que la universidad del resto del mundo. Nuestros profesionales estudian prácticamente sólo temas directa o indirectamente relacionados con su profesión. Aunque se quejen de estudiar materias que no necesitan. La formación específica en años es muchísimo mayor, para bien o para mal.
En definitiva, no hay sistema universitario perfecto, sí son todos perfectibles. Para enfocarnos en lo que nos falta necesitamos hablar de nuestros problemas en vez de tomar como palabra santa los diagnósticos superficiales de personas que simplemente asumen que lo que tenemos es peor que lo que existe en el resto del mundo. Podemos aprender mucho del sistema de Bologna, pero sólo si entendemos nuestro propio sistema. Y, por sobre todas las cosas, entendamos que no: nuestras carreras no son más largas automáticamente. Es más complejo.
El cálculo para traducir horas entre sistemas educativos requiere sentarse un rato porque Argentina, Estados Unidos y Europa contabilizan diferente las horas. A modo simplificado, un título de grado inglés tiene, como mínimo, aproximadamente 300 créditos, esos 300 créditos equivalen a 100 créditos estadounidenses, 100 créditos estadounidenses son 1500 horas en el aula (y se calculan 3000 fuera del aula estudiando en casa, esa aproximación es fácilmente traducible a lo que se espera acá).
Para comparar pueden ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Course_credit
Esto es muy estereotípico y difuso. Estoy centrándome en las salidas laborales primarias. a) La enorme mayoría de los abogados ejercen su profesión de forma independiente, como los médicos e ingenieros. Más allá de que existan situaciones que ameritan relación de dependencia. b) La mayoría de los egresados de Letras, Filosofía, Física y Matemática siguen una carrera de investigación y/o docencia universitaria. c) La mayoría de los sociólogos y economistas son consultores, etc. Muchos abogados, médicos e ingenieros (a) enseñan por prestigio, porque tienen una práctica profesional afuera, eso es menos común en áreas centradas en la vida académica como las carreras b. Las carreras c se parecen en mucho a las tipo b, y en algo a las tipo a. Esta clasificación tiene muchos contraejemplos, ya lo sé. Es sólo para avanzar la argumentación.
Está lleno de casos. Las pruebas estarían en cuentas de mail particulares y anécdotas. No voy a compartir mis mails con una universidad europea ni tengo acceso a los de mis conocidos. Si dudan, pregunten. Esto se debe a que hay que explicarles afuera lo que son nuestros títulos porque no tienen idea. Si uno no explica, lo toman como grado; si uno lo explica, lo toman como equivalente a una maestría. Esto es un problema incluso para las traducciones oficiales, ya que los traductores argentinos suelen traducir diciendo “Bachelor’s degree” cuando les presentamos un título de licenciatura. Formalidad tonta, tilinguería o nos están estafando, no sé. Pero también me reservo mis opiniones sobre los profesores de inglés de este país.
A modo de contraejemplos, menciono dos: Es bastante común que los economistas en Argentina hagan una maestría antes de hacer un doctorado afuera. Voy a hablar de esto luego, pero es completamente contingente y creo que se debe más a una forma de obtener contactos en investigación que un requisito formal. Los doctorados en economía y administración son muy buscados afuera, y el camino de título de grado + maestría para solo recién ahí hacer doctorado tiene más que ver con un enfoque más centrado en la práctica profesional (y ganarle a competidores: inflación académica) que otra cosa.
Una explicación alternativa, que jamás osaría afirmar, es que esto se debe a un exceso de tilinguería y cipayismo del ámbito de los economistas basado en no comprender la naturaleza (o no querer) de las carreras que estoy tratando de aclarar en este artículo.
Algo similar pasa en abogacía, pero no me consta que esté tan extendido. En el ámbito del derecho podría comprenderlo más porque una carrera de abogacía se centra en leyes locales. Buena parte de la propia carrera debe ser descartada al hacer un doctorado afuera y una maestría es razonable. Por la extensión de la nota dejo de lado todos los chistes que podría agregar acá sobre lo pobre que es la formación promedio de abogacía en Argentina (ni lo excelente que es aquella de élite). No voy a decir nada sobre piedras abandonadas al pie de facultades de Derecho y lo que pasa luego de cuatro años.
Ojo, tampoco es una buena idea vender la idea de que los doctorados son necesarios para todo (o para la mayoría de las cosas). Son laureles académicos, de investigación. La idea de que un político electo con doctorado es mejor que uno sin lleva a los escándalos de plagio de tesis que se ven todo el tiempo en España. Esa es inflación académica de la peor. Si plagiás tu tesis, no deberías estar haciendo un doctorado pero porque no te interesa. Te estafaron y vos estás devolviendo el favor. Pero algo salió mal.
El sistema de Bologna no tiene esto mejor resuelto, es simplemente distinto. Tampoco estoy tan seguro de que toda carrera universitaria deba ser una licenciatura o deba tener tesis. ¿Todos los egresados de psicología deberían saber investigar en psicología? Saber escribir académicamente es algo para lo que muchas carreras no preparan, por lo que termina simplemente siendo un filtro de habilidades (quizás de forma necesaria).
Harvard comenzó como un centro de estudios para clérigos protestantes en Nueva Inglaterra. Como el equivalente puritano de una carrera de sacerdote. De ahí viene su formación humanista como primaria y luego su formación profesional como secundaria. Nuestras carreras son diferentes debido a que nuestra historia es diferente. Ojo con proponer el sistema de Bologna si piensan que hay demasiada “inutilidad” en la universidad. https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_Harvard_University